“The Libertines” (2004). Este segundo lp de esta banda londinense nos exhibe su capacidad para la creación de vívidos ritmos de aderezo punk, con predilección por el Two Tone y los Clash, el hallazo de enardecidas guitarras y melodías que muestran inclinación por los sonidos más fornidos de la British Invasion, y un afán de catarsis lírico poco más allá de su historieta rockanrolera ligada a la confrontación y encuentro de sus diversas personalidades y sus cacareadas conexiones interpersonales, con una composición que rebota en sonidos clásicos, enérgicos y directos.
El disco se inicia con el single “Can’t stand me now”, tema agridulce de alígero ritmo e interpretación a dos voces con solo de armónica incluido. Pleno de vitalidad, desarrolla en formato de diálogo los momentos tormentosos de la relación amistosa entre el dúo de líderes.
Después de este tema llega probablemente el mejor corte del disco, “Last post on the bugle”. Con una estupenda y sencilla línea de guitarra y una potente intro de batería, el pegadizo ejemplariza la base del pop en su sencillez e instantaneidad, con un efectivo trato melódico que permite conectar, cantar, bailar y aplaudir junto a la melodía, el ritmo y el texto.
En “Don’t be shy”, pieza con un aceptable trabajo del bajista Hassal, intentan remedar a los Kinks interpretando el tema con la desidia de Ray Davies, pero claro, sin el enorme talento de éste para la composición.
Con “The man who would be king”, los Libertines pretenden demostrar que también poseen clase para escribir un ejercicio jazzístico con la sombra pop-rock de los Smiths, y con la balada “Music when the lights go out” buscan la belleza en la creación melódica con un sentimiento de exquisitez y evocación.
Lo malo para la originalidad del cuarteto es que la melodía ya había sido escrita cuarenta años antes por parte de los Small Faces en su tema “Green circles”. Casualidades, claro, claro…
Otro de los mejores temas del álbum es el que cierra el disco, “What became of the likely lads”, en donde rememoran de nuevo pautas de los 60, al igual que en la dulce “What Katie did”, un corte que bien podrían haberlo interpretado los Herman’s Hermits, o en “Road to ruin”, una especie de mezcla entre los Troggs y los Doors, a quienes semiplagian en el corte.
Después existe un puñado de canciones en que los Clash, los Sex Pistols o los Specials son la principal referencia, con el punk y/o el ska dominando la esencia de unas enérgicas composiciones, unas mejores que otras, todas movidillas y nada trascendentales ni originales, como “Campaign of hate”, “Tomblands”, “Narcissist”, “Arbeit Macht”, “The Ha Ha Wall” o “The Saga".
0 robos:
Publicar un comentario